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- abr 2009 (5)
jueves
la época de oro del cine mexicano no sólo fue un medio recreativo para la gente, sino también un medio de difusión enorme, donde se vieron reflejadas realidades sociales del México de esos años. No sólo trataban temas familiares o de la comunidad, sino también de comedia, un nuevo cine de charros, de rumberas, de luchadores, de ciencia - ficción y terror y un segmento dedicado al público infantil. Prácticamente todos los aspectos importantes de la vida humana eran retratados a través de las películas, y servían para mostrar los cambios psicológicos, individuales y colectivos, que, de otro modo, la familia no se hubiera atrevido a comprender y enfrentar.
Estas son sólo algunas categorías que los estudiosos han clasificado en sus análisis, entre muchas más. Toda esta gama de géneros enriqueció a esta época, e hizo de ella el período más importante del cine nacional.
La importancia de este tema radica en que se consolidan, por una parte, los grandes directores, actores y actrices, que, con el tiempo, serán considerados míticos; y por otra, los temas que se abordaban, que siguen siendo vigentes. Las películas realizadas en esta época son clásicas dentro del cine mexicano, por lo que aún se exhiben con gran éxito. Este cine logra dar a conocer a México como país, sus costumbres y los problemas de sus habitantes, ante el mundo y especialmente ante América Latina.
Este tipo de películas era visto por toda la familia, que se preparaba para ir al cine, ya que en esos años todavía no existía la televisión como la conocemos hoy, como un medio audiovisual que se instala las veinticuatro horas del día dentro de la casa.
En las películas cómicas y en las musicales se lucían actores como Cantinflas, Tin Tán, Palillo, Joaquín Pardavé, Silvia Pinal, Amalia Aguilar, Rosina Pagán y Nelly Montiel.
Las cintas de tema fatalista como las de cabaret y de mujeres "malas" también se abrieron camino entre las luces del cine. Integraban su reparto Ninón Sevilla, Rosa Carrnina, Mapy Cortés, Arturo de Córdova galán en tragedias y melodramas al estilo Hitchcock, Emilio Tuero, Margarita Mora, Domingo Soler, Manolita Saval y Julián Soler, entre otros. Este tipo de cine de corte picaresco culminó con la cinta La corte del faraón (1943), protagonizada por Mapy Cortés y Roberto Soto, bajo la dirección de Julio Bracho.
Los músicos y cantantes formaban parte esencial en esta clase de películas; tal es el caso de Agustín Lara en Flor de fango (1941), donde también actuaba Sofía Álvarez. Otros títulos de este corte sonVirgen de medianoche (1941), Casa de mujeres (1942), Noche de ronda (1942).
La llegada de la televisión en 1950. Hoy cine y televisión (o video) son grandes aliados y que además de una poderosa sinergia, se potencializan mutuamente. Pero en ese entonces, muchos empezaron a preferir quedarse en casa y ver la televisión que ir a las salas de cine a pagar por ver la misma historia con otro título y a las mismas figuras, cuando en Hollywood hacían artística y técnicamente cuanto podían por no perder a su público (así surgió entre otras cosas la tercera dimensión, algo que la televisión no podía ofrecer).
La corrupción fue otra de las causas del derrumbe y esto en las tres categorías que conforman una cinematografía: Producción, distribución y exhibición. Con prácticas ilegales en que se asociaban ciertos productores y exhibidores, éstos finalmente determinaban qué habría de exhibirse y a cualquiera que estuviera en desacuerdo era muy fácil dejarlo fuera, como sucedió con Miguel Contreras Torres, quien se dedicó a denunciar a los monopolios.
Lo anterior obligó a reducir los costos y tiempos de filmación, a repetir los temas, surgieron los ‘churros’ y la calidad de nuestro cine se vino abajo. En 1957 dejaron de funcionar dos de los cinco estudios cinematográficos existentes: los Tepeyac y los CLASA, y en 1958 los Azteca, todo esto es síntoma claro de que el cine mexicano dejaba atrás su gloriosa Época de Oro, de auge económico, de cantidad y calidad, para caer en un letargo del que sólo en contadas ocasiones ha logrado despertar